La escalada de precios de los combustibles parece no encontrar freno y vuelve a encender las alarmas en todo el país. Noviembre se instala como otro mes de fuertes incrementos, aplicados sin anuncios previos y sin mecanismos de control claros, afectando de manera directa a los consumidores y tensionando aún más la economía cotidiana.
En Tierra del Fuego, la situación se siente con particular crudeza: la nafta Súper ya se ubica en torno a los $1.225 por litro, mientras que la Infinia trepó a $1.424. Para miles de automovilistas fueguinos, que dependen del vehículo para desplazarse por la geografía y el clima de la provincia, cada aumento es un golpe directo al bolsillo. Y lo más preocupante es que esta suba no se queda en el surtidor: se expande hacia toda la cadena de precios.
Según el último relevamiento de Autodata, en Buenos Aires la nafta Súper ya supera los $1.480, llegando incluso a más de $1.500 en algunas estaciones. A esto se suman los ajustes aplicados por el Gobierno nacional a través de los impuestos a los combustibles líquidos y al carbono, que encarecieron el litro de Súper en $15,56 y $0,95 respectivamente durante noviembre.
Estos aumentos, cargados directamente en el surtidor, llegan sin advertencias previas y generan una sensación generalizada de incertidumbre y falta de transparencia sobre el mecanismo real de formación de precios.